LEA: 2 Corintios 6:3-11
Nos recomendamos en todo como ministros de Dios, en mucha paciencia, en tribulaciones, en necesidades, en angustias. —2 Corintios 6:4
Una vendedora de antigüedades pensó que la vieja y arrugada postal de béisbol que había encontrado valdría 10 dólares. Después de publicarla en eBay [portal de clasificados en Internet], comenzó a preguntarse si no sería más valiosa de lo que había pensado. Entonces, sacó el anuncio y consultó a un tasador profesional, quien confirmó que la fotografía de la postal de 1869 era de los Red Stockings de Cincinnati, el primer equipo profesional de béisbol de los Estados Unidos. La postal se vendió por más de 75.000 dólares.
El artículo de Mike Osegueda, en el periódico The Fresno Bee, decía que, aunque la postal estaba ajada y descolorida, lo más importante era su autenticidad; era genuina.
Pablo y sus colaboradores sufrieron muchísimo mientras difundían el evangelio. En 2 Corintios 6, él enumeró sus pruebas externas, sus rasgos internos y sus recursos espirituales (vv. 4-7). Trata de imaginar las circunstancias en que interactuaron estas cosas: azotes, paciencia, cárceles, bondad, angustias, amor. Aunque estaban físicamente dañados, emocionalmente agotados y espiritualmente probados, la autenticidad de su fe en Cristo resplandecía claramente. «Como entristecidos, mas siempre gozosos; como pobres, mas enriqueciendo a muchos; como no teniendo nada, mas poseyéndolo todo» (v. 10).
En nuestro andar con Cristo, la autenticidad espiritual —ser genuino— no tiene sustituto.
La autenticidad es irreemplazable.
Keila Nahomi